Por María Zacco
POSADAS, MISIONES, 24 (ANSA)- Una mirada sobre los nuevos
inmigrantes que habitan en Argentina y los prejuicios que
existen entre distintas comunidades son el hilo conductor de "La
Salada", ópera prima del argentino de origen taiwanés Juan
Martín Hsu, que se exhibe en el Festival Internacional de Cine
Tres Fronteras. Las historias de inmigrantes de Corea, Taiwán y Bolivia se
cruzan con consecuencias impensadas en la feria La Salada, un
enorme complejo con puestos que venden de todo un poco ubicado
en la localidad de Lomas de Zamora, en la periferia de Buenos
Aires. Yun Jin, hija de un empresario coreano que posee puestos en
la feria, no está a gusto con su futuro matrimonio, arreglado
por su padre. Huang, de origen taiwanés, trabaja en un puesto
que vende películas grabadas en CD y vive encerrado en su
pequeño mundo, presionado a distancia por su madre, que lo llama
desde Taiwán insistentemente para preguntarle si ya consiguió
novia. Mientras que Bruno llegó desde Bolivia con su tío para
abrirse camino en Argentina.
Todos confluyen en ese gran conglomerado humano de La Salada,
que puede interpretarse como una Argentina a pequeña escala.
"La película tiene un poco de mi experiencia personal. Mi
padre falleció cuando era pequeño y a mi mamá le costó mucho
adaptarse al país: habla poco español, nunca tuvo amigos
argentinos y no logró sentirse cómoda. De hecho, cuando cumplí
17 años decidió volver a Taiwán, donde vive toda su familia,
pero mi hermano menor y yo decidimos quedarnos en Argentina",
relató Hsu, en diálogo con ANSA. El joven director también se valió del relato de algunos
amigos taiwaneses, chinos, coreanos y bolivianos, cuyas
historias coincidían en sensaciones y pensamientos. "Hablaban de esa nostalgia de no sentirse de ninguna parte,
que también experimenté cuando visité Taiwán: no me sentía
cómodo con mis familiares y si bien hablo chino no lo hago a la
perfección. No soy de aquí ni de allá, pero diferentes motivos
me atan a Argentina", explicó Hsu, quien integra la primera
generación de descendientes de taiwaneses nacidos en el país. Más allá de las cuestiones propias de cada una de las tres
historias, la película bucea en el funcionamiento interno de las
comunidades y los papeles que cumplen en la gigantesca feria,
famosa por la venta de calzado y prendas que imitan el diseño de
primeras marcas. "A diferencia de otras ferias de Buenos Aires, en La Salada
trabajan muchos chinos y coreanos, además de bolivianos,
paraguayos y bolivianos. Ese contexto, por donde pasa mucha
gente, me parecía ideal para ubicar las tres historias que se
cruzan en el film", detalló Hsu. El objetivo de la película es, según el cineasta, "evitar los
estereotipos de los extranjeros", sin embargo, los prejuicios se
hacen presentes en la cinta, donde surgen desconfianza entre las
colectividades. "Como lo muestran los personajes, lo importante es que más
allá de sus nacionalidades, estas personas intentan seguir
adelante con sus vidas, a pesar de los obstáculos", afirmó el
director. La Salada atraía al director por su funcionamiento y su gran
impacto visual. Pero pronto comprendió que su historia debía
virar. "Tras escribir el guión me di cuenta que el tema principal
era otro: La Salada se reveló como un espacio fundamental donde
confluyen las historias de miles de inmigrantes que aprenden a
querer a Argentina", concluyó.
MRZ-ADG/ACZ
24/10/2014 17:43
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